domingo, 17 de mayo de 2020

CASTELLANO 9-1 A 9-3 Y 9-6



ACTIVIDADES ACADÉMICAS DE CASTELLANO GRADOS  9-1;  9-2;  9-3;   9-6            SEMANA DEL 18- AL 22 DE MAYO
         DOCENTE LINA BARRAGÁN LOZANO 




Cordial saludo estudiantes de grado noveno esperando se encuentren muy bien, el trabajo de esta semana se realizará por este medio y a través de zoom mientras se habilita la plataforma institucional con los datos de todos los estudiantes.

La clase se inicia con la frase: "La Educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser"
Autor : Hesíodo

Deben copiar y escribir el mensaje de la frase.

A continuación viene el fragmento de la obra de Fernando Aparicio: "El Túnel" deben leerlo, hacer un resumen  y  copiar las preguntas para ser resueltas.



El Túnel
Ernesto Sábato

Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuerdo de todos y que no se necesitan mayores explicaciones sobre mi persona. Aunque ni el diablo sabe qué es lo que ha de recordar la gente, ni por qué.
En realidad, siempre he pensado que no hay memoria colectiva, lo que quizá sea una forma de defensa de la especie humana. La frase "todo tiempo pasado fue mejor" no indica que antes sucedieran menos cosas malas, sino que felizmente- la gente las echa en el olvido. Desde luego, semejante frase no tiene validez universal; yo, por ejemplo, me caracterizo por recordar preferentemente los hechos malos y, así, casi podría decir que "todo tiempo pasado fue peor", si no fuera porque el presente me parece tan horrible como el pasado; recuerdo tantas calamidades, tantos rostros cínicos y crueles, tantas malas acciones, que la memoria es para mí como la temerosa luz que alumbra un sórdido museo de la vergüenza. iCuántas veces he quedado aplastado durante horas, en un rincón oscuro del taller, después de leer una noticia en la sección policial!. Pero la verdad es que no siempre lo más vergonzoso de la raza humana aparece allí; hasta cierto punto, los criminales son gente más limpia, más inofensiva; esta afirmación no la hago porque yo mismo haya matado a un ser humano: es una h o n e s t a y p r o f u n d a convicción. ¿Un individuo es pernicioso? Pues se lo liquida y se acabó. Eso es lo que yo llamo una buena acción.
Piensen cuánto peor es para la sociedad que ese individuo siga destilando su veneno y que en vez de eliminarlo se quiera contrarrestar su acción recurriendo a anónimos, maledicencia y otras bajezas semejantes. En lo que a mí se refiere, debo confesar que ahora lamento no haber aprovechado mejor el tiempo de mi libertad, liquidando a seis o siete tipos que conozco.
Que el mundo es horrible, es una verdad que no necesita demostración. Bastaría un hecho para probarlo, en todo caso: en un campo de concentración un ex pianista se quejó de hambre y entonces lo obligaron a comerse una rata, pero viva. No es de eso, sin embargo, de lo que quiero hablar ahora; ya diré más adelante, si hay ocasión, algo más sobre este asunto de la rata ...
Generalmente, esa sensación de estar solo en el mundo aparece mezclada a un orgulloso sentimiento de superioridad: desprecio a los hombres, los veo sucios, feos, incapaces, ávidos, groseros, mezquinos; mi soledad no me asusta, es casi olímpica. Pero en aquel momento, como en otros semejantes, me encontraba solo como consecuencia de mis peores atributos, de mis bajas acciones.
En esos casos siento que el mundo es despreciable, pero comprendo que yo también formo parte de él; en esos instantes me invade una furia de aniquilación, me dejo acariciar por la tentación del suicidio, me emborracho, busco a las prostitutas. Y siento cierta satisfacción en probar mi propia bajeza y en verificar que no soy mejor que los sucios monstruos que me rodean. Esa noche me emborraché en un cafetín del bajo. Estaba en lo peor de mi borrachera cuando sentí tanto asco de la mujer que estaba conmigo y de los marineros que me rodeaban que salí corriendo a la calle. Caminé por Viamonte y descendí hasta los muelles. Me senté por ahí y lloré. El agua sucia, abajo, me tentaba constantemente: ¿para qué sufrir? El suicidio seduce por su facilidad de aniquilación: en un segundo, todo este absurdo universo se derrumba como un gigantesco simulacro, como si la solidez de sus  rascacielos, de sus acorazados ' de sus tanques, de sus prisiones no fuera más que una fantasmagoría, sin más solidez que los rascacielos, acorazados, tanques y prisiones de una pesadilla.
La vida aparece a la luz de este razonamiento como una larga pesadilla, de la que sin embargo uno puede liberarse con la muerte, que sería, así, una especie de despertar. ¿Pero despertar a qué? Esa irresolución de arrojarse a la nada absoluta y eterna me ha detenido en todos los proyectos de suicidio. pesar de todo, el hombre tiene tanto apego existe, que prefiere finalmente imperfección y el dolor que causa su fealdad, que aniquilar la fantasmagoría con un acto de propia voluntad. Y suele resultar, también, cuando hemos llegado hasta ese borde desesperación que precede al suicidio, por agotado el inventario de todo lo haber llegado al punto en que el adquiere un desproporcionado valor, termina por hacerse decisivo y nos aferramos a él como nos agarraríamos desesperadamente de cualquier hierba ante el peligro de rodar en un abismo.
Era casi de madrugada cuando decidí volver a casa.  No recuerdo cómo, pero a pesar de esa decisión (que recuerdo perfectamente), me encontré de pronto frente a la casa de Allende, el esposo de María Iribarne. Él era un hombre invidente. Lo curioso es que no recuerdo los hechos intermedios. Me veo sentado en los muelles, mirando el agua sucia y pensando: "Ahora tengo que acostarme" y luego me veo frente a esa casa, observando el quinto piso. ¿Para qué miraría? Era absurdo imaginar que a esas horas pudiera verla de algún modo. Estuve largo rato, estupefacto, hasta que se me ocurrió una idea: bajé hasta la avenida, busqué un café y llamé por teléfono. Lo hice sin pensar qué diría para justificar un llamado a semejante hora. C u a n d o m e atendieron, después de haber llamado durante unos cinco minutos, me quedé paralizado, sin abrir la boca. Colgué el tubo, despavorido, salí del café y comencé a caminar al azar. De pronto me encontré nuevamente en el café. Para no llamar la atención, pedí una ginebra y mientras la bebía me propuse volver a mi casa...
… De pie entre los arboles agitados por el vendaval, empapado por la lluvia, sentí que pasaba un tiempo implacable. Hasta que, a través de mis ojos mojados por el agua y las lágrimas, vi que una luz se encendía en otro dormitorio.
Lo que sucedió luego lo recuerdo como una pesadilla. Luchando con la tormenta, trepé hasta la planta alta por la reja de una ventana. Luego, caminé por la terraza hasta encontrar una puerta. Entré a la galería interior y busqué su dormitorio: la línea de luz debajo de su puerta me la señaló   inequívocamente. Temblando empuñé el cuchillo y abrí la puerta. Y cuando ella me miró con ojos alucinados, yo estaba de pie, en el vano de la puerta. Me acerqué a su cama y cuando estuve a su   lado, me dijo tristemente: - ¿Qué vas a hacer, Juan Pablo?
Poniendo mi mano izquierda sobre sus cabellos, le respondí:
 -Tengo que matarte, María. Me has dejado solo
Entonces, llorando, le clavé el cuchillo en el pecho. Ella apretó las mandíbulas y cerró los ojos y cuando yo saqué el cuchillo chorreante de sangre, los abrió con esfuerzo y me miró con una mirada dolorosa y humilde. Un súbito furor fortaleció mi alma y clavé muchas veces el cuchillo en su pecho y en su vientre. Después salí nuevamente a la terraza y descendí con un gran ímpetu, como si el demonio ya estuviera para siempre en mi espíritu. Los relámpagos me mostraron, por última vez, un paisaje que nos había sido común.
Corrí a Buenos Aires. Llegué a las cuatro o cinco de la madrugada. Desde un café telefoneé a la casa de Allende, lo hice despertar y le dije que debía verlo sin pérdida de tiempo. Luego corrí a Posadas. El polaco estaba esperándome en la puerta de calle. Al llegar al quinto piso, vi a Allende frente al ascensor, con los ojos inútiles muy abiertos. Lo agarré de un brazo y lo arrastré dentro. El polaco, como un idiota, vino detrás y me miraba asombrado. Lo hice echar. Apenas salió, le grité al ciego:
-i Vengo de la estancia! ¡iMaría era la amante de su primo Hunter! La cara de Allende se puso mortalmente rígida.
-i Imbécil! -gritó el ciego entre dientes, con un odio helado. Exasperado por su incredulidad, le grité: -i Usted es el imbécil! ¡i María era también mi amante y la amante de muchos otros!
Sentí un horrendo placer, mientras el ciego, de pie, parecía de piedra.
-i Sí! -grité-. i Yo lo engañaba a usted y ella nos engañaba a todos! ¡Pero ahora ya no podrá engañar a nadie! ¿Comprende? iA nadie! iA nadie!
-i Insensato! -aulló el ciego con una voz de fiera y corrió hacia mí con unas manos que parecían garras.
Me hice a un lado y tropezó contra una mesita, cayéndose. Con increíble rapidez, se incorporó y me persiguió por toda la sala, tropezando con sillas y muebles, mientras lloraba con un llanto seco, sin lágrimas, y gritaba esa sola palabra: ¡i insensato!
Escapé a la calle por la escalera, después de derribar al mucamo que quiso interponerse. Me poseían el odio, el desprecio y la compasión. Cuando me entregué, en la comisaría, eran casi las seis. A través de la ventanita de mi calabozo vi cómo nacía un nuevo día, con un cielo ya sin nubes. Pensé que muchos hombres y mujeres comenzarían a despertarse y luego tomarían el desayuno y leerían el diario e irían a la oficina, o darían de comer a los chicos o al gato, o comentarían el film de la noche anterior. Sentí que una caverna negra se iba agrandando dentro de mi cuerpo.
Sólo existió un ser que entendía mi pintura. Mientras tanto, estos cuadros deben de confirmarlos cada vez más en su estúpido punto de vista. Y los muros de este infierno serán, así, cada día más herméticos.

TALLER

-1. Los fragmentos anteriores pertenecen a:

A. Una carta 
B. Una novela 
C. Un drama 
D. Un cuento.
-2.    Al pintor Juan Pablo Castell lo podemos calificar de:
A. Esquizofrénico 

B. Sicópata 

C. Sicario 

E. Depravado
-3.    ¿Para qué se utilizan en los fragmentos los puntos suspensivos?
-4.    Coloque un sinónimo por cada palabra subrayada.
-5.   Averigua por qué un monólogo tiene qué ver con el texto anterior.
-6.  Expresa brevemente la idea de cada fragmento.
-7.  ¿Qué críticas le podemos hacer a Juan Pablo Castel?
-8. En última instancia, ¿por qué Castel asesinó a María Iribarne? 
-9. Relacione un túnel fisico con un túnel emocional o personal -Conteste falso (F) o verdadero (V)
-Para Juan Pablo Castell una buena acción es ayudar al prójimo (   )
-El asesinato de María Iribarne fue premeditado (   )
-Castel mató a María por amor (   )
-Allende se enteró de la muerte de su esposa por un noticiero (   )

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